jueves, 9 de abril de 2020

La bandolera Pepa a Loba, símbolo romántico de libertad y rebeldía

A nuestros decimonónicos abuelos les gustaban los bandoleros. Bajo el sol de justicia de Castilla, recorriendo angostos valles gallegos, sin haber cobrado el jornal del señorito… nuestros resignados abuelos soñaban y fabulaban. Creaban románticas historias de hombres sin miedo, que se enfrentaban a los ricos para favorecer a los pobres, que eludían la injusta justicia y que vivían libres: ansiaban conocer un bandolero.


También soñaban las abuelas, también anhelaban libertad.

Una luz en la oscuridad
Foto: Isabel del Río ©
La leyenda de Pepa a Loba entra en la historia gracias a Concepción Arenal, quien la conoció en la cárcel de Coruña. Concepción Arenal, abogada y feminista, periodista y escritora, defensora de los derechos de los más desfavorecidos y, sobre todo, luchadora, había sufrido en sus propias carnes la opresión a la que se sometía a las mujeres a mediados del siglo XIX. Tuvo que disfrazarse de hombre para poder estudiar Derecho y, una vez descubierta y “perdonada”, continuar la carrera bajo un ritual de discriminación que la obligaba a asistir a las clases separada de sus compañeros y mantenerse aislada en un cuarto durante los descansos entre clases. Es lógico que se sensibilizara con el caso de Pepa a Loba, en quien confluyen los múltiples problemas que padecían las huérfanas.

Pepa a Loba nació en algún lugar de Pontevedra, tal vez en la parroquia de Couso o tal vez en la de Amoedo y vivía con su madre, “La Falucha”, en una humildísima morada que carecía hasta de cama. Como tantas niñas y niños pobres, empezó a trabajar antes de tener recuerdos y cuidaba las ovejas de su malvada tía Dorinda. Y como tantos niños y niñas pobres, en una fría noche tuvo que enfrentarse a un lobo que asaltó su rebaño. Se enfrentó a palos con ayuda de su perro Lueiro, y quedó herida y con el apodo que la acompañaría de por vida.

Si el comienzo del cuento asusta, la continuación aterroriza. A su madre la violan y muere, su tía Dorinda la maltrata, la acusan del asesinato de un tendero, acaba en la cárcel de Mondoñedo y después en la de Coruña… ¿Leyenda? Hay pocos datos históricos sobre Pepa a Loba, Concepción Arenal la conoció en la cárcel y se tiene constancia de que junto a su cuadrilla asaltó la casa de la rica María Paula, hoy Museo Pazo da Cruz, donde se han encontrado dos revólveres del siglo XIX en una reciente restauración que, parece, se usaron para defenderse de los continuos ataques de la bandolera. Pero aunque parte de su biografía no sea cierta o que, incluso, su personaje sea un sumatorio de vidas de varias bandoleras, lo cierto es que el destino de las mujeres pobres no solía ser mejor que el cuento que nos ocupa.

Pepa a Loba, harta de humillaciones, se rebeló. Consiguió escapar de la cárcel y montar una cuadrilla con quienes asaltaba a los ricos y, especialmente, a curas y rectorías. Dicen que la rica María Paula daba cuatro panes y dinero a Pepa a Loba cuando aparecía por su pazo, con esto se conformaba nuestra protagonista, tal era la vida de pobreza que había llevado, que llevaban las mujeres humildes, que el pan era un bien preciado. Por supuesto ayudaba a los pobres, por supuesto se enfrentaba en los caminos con mil peligros, por supuesto su leyenda se extendía por Galicia como un viento libertador. Y se la vio en el norte de Lugo y se la esperaba en Santiago, una nueva Reina Lupa*, una nueva justiciera contra la opresión de los caciques.

Dicen que murió asaltando una rectoría; otros dicen que sigue viva, que está en los bosques y que al anochecer aún se pueden oír los ladridos de Lueiro y que el aire trae entonces un olor a lavanda que indica que está cerca, casi llegando.


*La reina Lupa aparece en el Códice Calixtino del siglo XII. Era una dama gallega, con dragón incluido y acceso al infierno, en cuyas propiedades fueron depositados los restos del apóstol Santiago. Después de grandes aventuras acabó convirtiéndose al cristianismo y está representada en la Fonte do Carme de Padrón (A Coruña).

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