miércoles, 8 de abril de 2020

Occidente impone el patriarcado en Tahití en el siglo XVIII: las reinas Purea y Pomare IV


La reina Purea gobernaba Tahití a mediados del siglo XVIII. A ella se enfrentó el teniente británico Samuel Wallis, y así consta en sus registros, y con ella contactó la tripulación del buque de investigación HMS Endeavour, capitaneado por James Cook, en la primavera de 1769, sentando las bases para el futuro establecimiento de la dinastía Pomare en la isla. La reina Pomare IV, la Devoradora de Ojos, nos es bien conocida como aliada del Imperio Británico contra la colonización francesa, cien años después de aquella primera visita de carácter científico de Cook, Green y Solander.


"La Mujer que Camina"
Foto: Isabel del Río ©
Tahití y lo que hoy en día conocemos como Polinesia Francesa era un territorio totalmente desconocido para Europa en el siglo XVIII. El primero que había dado noticias de su existencia, había sido el explotador español Pedro Fernández de Quiros en 1606, pero hasta la llegada de Samuel Wallis permaneció ajena a la colonización. Cuando Samuel Wallis, a bordo de la HMS Dolphin, una fragata de 24 cañones, hizo presencia en Tahití, fue precisamente una mujer la que dirigió el ataque en defensa de su sagrado territorio. Ella era la jefa de tribu Purea, jefa antes de la llegada de la patriarcal cultura de la Europa de la preindustrialización.

¿Por qué Purea atacó a Wallis cuando el 19 de junio de 1767 avistó la isla? Dos años después, el científico James Cook describiría a sus habitantes como gentes pacíficas, tranquilas y alegres. La respuesta es obvia: Wallis iba a bordo de un barco militar y los tahitianos lo percibieron como una posible agresión. Ahora bien, aquella sociedad dividida en clanes, cuyos jefes (o jefas) creían descender de los dioses y estar investidos de un mana o poder sagrado que los elevaba sobre sus vecinos, no tenían reparos en otorgar el mando militar a mujeres, como sí sucedía en Europa y por tanto y en una primera aproximación al tema, podemos decir que, cuanto menos, tenían una sociedad más igualitaria que la que pretendían imponer los hombres de la Ilustración.

Además, aunque poseedores de mana, los jefes y jefas de los clanes no poseían un poder absoluto en caso de guerra. En sus marae o lugares de reuniones religiosas y políticas debían pactar con los nobles, entre otras acciones, las operaciones bélicas. La reina Purea tuvo por lo tanto el apoyo del resto de nobles para atacar a Samuel Wallis y posteriormente, cuando los tahitianos comprobaron la superioridad militar de los británicos, que bombardearon la costa, la respaldaron para que dirigiera las misiones de paz que se llevaron a cabo: procesiones, entregas de flores, y ritos de sumisión. Wallis partió pronto de Tahití, en realidad él no estaba interesado en la isla ya que su misión era dar la vuelta al mundo, pero Europa ya conocía a Purea y comenzaba a elaborar su fantástica leyenda: la de una mujer, siempre excepcional y única a los ojos de los patriarcales colonizadores, que se enfrentaba, de forma anómala y a falta de hombres tahitianos con valor, al poderoso ejército británico. Europa nunca se planteó que las estructuras sociales de aquellos “exóticos” lugares eran diferentes a las de ellos. ¿Cómo se lo iban a plantear si tampoco aceptaban que la sumisión de las mujeres occidentales había ido en aumento a medida que se reforzaban las estructuras capitalistas de competencia y división social? ¿Cómo se lo iban a plantear si estaban iniciando el arduo proceso de silenciar a toda mujer Europea que destacara o hubiera destacado?

Cuando James Cook arribó a la isla dos años después, con la intención de observar a Venus desde aquellas latitudes y de estudiar la flora y fauna, describió una sociedad diferente. Desde luego, no se detuvo en estudiar el papel de las mujeres, pero sí habló de un mundo pacífico, casi utópico, del “buen salvaje” de Rousseau, fruto de una sociedad sin industrializar. Así, llegaron a la conclusión de que la industrialización corrompía pero nunca concluyeron que la primera corrupción había sido la invisibilidad a la que venían sometiendo al género femenino, en un proceso lento, que comienza en el siglo XIV, después de la Peste Negra y que tiene su origen en el Imperio Romano, un absoluto patriarcado sin paralelo entre sus contemporáneos “bárbaros” y que la Alta y Plena Edad Media contestaron gracias a la influencia que estas sociedades bárbaras ejercieron después de la caída de Roma en el siglo V y hasta la Baja Edad Media, que se inicia con la citada Peste Negra.

La sociedad precolonial de Tahití siguió existiendo hasta la llegada de los franceses, que en 1843, declararon allí un protectorado y establecieron un gobernador en Papeete. En este momento y curiosamente (¿o no es tan curioso?) otra mujer entra en escena, la reina Pomare IV, la Devoradora de Ojos (un apodo que tampoco habla de la bonita sumisión que debe tener una mujercita), quien solicita ayuda a la reina Victoria de Inglaterra contra Francia. Gran Bretaña se limitó a condenar la invasión pero aún así comenzaron las guerras franco-tahitianas (de 1843 a 1847) que desangraron Tahití pero que también diezmaron a las filas francesas.

Después de la derrota del Fuerte Fautaua, la reina Pomare IV tuvo que capitular. Sin embargo y gracias a su resistencia y habilidades diplomáticas, los tratados de paz no fueron implacables con ella ni con su reino. Ella continuó siendo reina bajo administración francesa durante treinta años y sus aliados de Bora Bora, Raiatea y Huahine independientes.

Una vez más y como venimos demostrando, artículo tras artículo, en esta pequeña Enciclopedia de Mujeres de Isabel del Río, en todos los tiempos, lugares y culturas, las mujeres han tomado un papel activo en las sociedades que vivieron, un papel que suele ser más evidente cuando las estructuras políticas y legales son de carácter más igualitario; y roles invisibles, aunque igualmente activos, en sociedades de marcado carácter patriarcal. Sin embargo, el brutal patriarcado que se ha impuesto desde el triunfo de la Revolución Francesa, acompañado del establecimiento de la sociedad burguesa, ha manipulado los hechos otorgando logros femeninos a varones que recibían premios Nobel a costa del trabajo de ellas https://enciclopediamujeres.blogspot.com/2020/04/mujeres-silenciadas-en-la-biologia.html , ocultando con pintura las firmas de artistas del Renacimiento https://enciclopediamujeres.blogspot.com/2020/03/el-norte-de-castilla-entrevista-isabel.html o sacando de los libros de texto de Secundaria y Bachillerato cualquier referente femenino https://enciclopediamujeres.blogspot.com/2020/03/isabel-del-rio-esteban-explica-el-papel.html

Afortunadamente, muchas mujeres seguimos trabajando en recuperar nuestro verdadero pasado pero este trabajo debe reflejarse en los programas de educación para que las nuevas generaciones no crezcan sin referentes femeninos.

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Purea y Njinga - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

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