Aisladas, lejanas y bellas, en algún lugar azul entre Hawai y la Isla de Pascua, se localizan las Islas Marquesas, lugar donde nacen las leyendas.
Las Islas Marquesas han sido fuente de inspiración de escritores y artistas. Robert Louis Stevenson exploró entusiasmado la isla de Nuku Hiva; los restos de Paul Gauguin y de Jacques Brel descansan en Atuona, la capital de Hiva Oa, la segunda isla más grande del archipiélago; y la primera novela de Herman Melville, Taipi, se basa en su soñado cautiverio en el "Valle Caníbal".
Precisamente, Herman Melville llegó a las marquesas en 1842, año en que Francia tomaba posesión del archipiélago. Hoy las Islas Marquesas forman parte de la Polinesia Francesa. Las seis islas habitadas son Nuku Hiva, Ua Pou, Ua Huka, Hiva Oa, Fatu Hiva y Tahuata, y su población ronda 9.000 habitantes cuyos ingresos provienen fundamentalmente del turismo. Su tranquila existencia combina cristianismo y elementos culturales de sus antiguas tradiciones polinesias.
¿Pero cómo eran las Islas Marquesas en 1595, cuando Isabel Barreto puso su pie en ellas? Los hombres se tatuaban cara y cuerpo. Eran guerreros azules que inspiraban terror, máxime cuando devoraban a los vencidos para apoderarse de su mana o fuerza, construían enigmáticas estatuas de piedra en los valles y se alejaban de una costa repleta de tiburones. Islas volcánicas, relieve escarpado, poca fauna autóctona... pero extraños murciélagos volaban en las noches de hoguera. ¿Miedo? Es improbable pensar que la española Isabel Barreto de Castro no supiera dominar los suyos.
Retrato de Isabel Barreto |
Isabel casó muy joven con Álvaro de Mendaña. Fueron sus padres quienes eligieron a su esposo pero ella se adaptó pronto a la aventurera vida de éste y a sus ambiciones. Le acompañó en su primer viaje a las Islas Salomón y su influencia y personal dinero serían determinantes para el segundo viaje en 1595. Habían pasado veinticinco años desde la primera expedición y pocos creían ya en el decrépito Mendaña. Fue Isabel quien convenció al nuevo virrey, García Hurtado de Mendoza, IV Marqués de Cañete, para que patrocinara la expedición y la dote que había recibido de sus padres sirvió para comprar la nave Santa Ysabel, así como armamento y víveres.
Altanera e inteligente, sonrió cuando descubrieron las Islas Marquesas y apreció su exótico paisaje durante los diez días que las exploraron. Fuerte e impasible, su rostro de mármol no reflejó ninguna emoción cuando partieron precipitadamente de las Marquesas ante la creciente agresividad de los nativos. Valiente y marinera, no se quejó cuando el volcán de la isla de Tinakula destrozó la nave Santa Ysabel. Ambiciosa y vitalista no tuvo tiempo de llorar a su marido cuando falleció de malaria poco tiempo después en la bahía Graciosa de la isla de Santa Cruz...
Fue su momento, Isabel Barreto acababa de entrar en la historia al ser la primera mujer nombrada Almirante ("Almiranta" y "Adelantada del mar Océano") de la flota de Felipe II de España y gobernadora de las nuevas tierras descubiertas.
Las Islas Salomón debían su nombre a que creían que allí había minas de oro como las del rey Salomón pero Isabel no tuvo tiempo de comprobarlo. Tuvieron que partir apresuradamente cuando los unos soldados españoles mataron al caudillo indígena Malope.
Isabel puso rumbo a Filipinas pero la travesía fue complicada. El capitán, Fernández de Quirós, se enfrentaba a ella, ¿tal vez por ser mujer? Y la tripulación era insurrecta. Según las crónicas, la almirante condenó a la horca a varios marineros que habían contravenido sus órdenes. A partir de ahí se extendió la fama de su crueldad... ¿pero no hacían esto mismo los almirantes varones? ¿Esperaban que la almiranta reposara en su camarote haciendo filtiré mientras los hombres se emborrachaban y desobedecían? ¿Por qué los cronistas juzgan de manera diferente a las mujeres?
Llegaron al Puerto de Manila el 11 de febrero de 1596. Su nave era la San Gerónimo, un galeón de 200 a 300 toneladas.
El viaje de Mendaña e Isabel Barreto |
Isabel se volvería a casar, tendría nuevas aventuras y pleitos con hombres poderosos que nunca la hicieron desfallecer. Murió el 3 de septiembre de 1622 en Castrovirreyna (Perú) y su cuerpo fue depositado en la iglesia mayor.
R.I.P.
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