Erase una vez que se era, allá en los rosados tiempos de las princesas que esperaban ser salvadas por príncipes azules con espadas ensangrentadas, otro mundo menos lejano donde inteligentes señoras despertaban en amaneceres llenos de verdaderos proyectos.
Elisabeth Haselwood tenía su platería en Norwich, a orillas del río Wensun, y trabajaba con esmero en los húmedos días de finales del siglo XVII. Filigrana tras filigrana, líneas perfectas, objetos preciosos... Creó su propio mundo de color luna mientras Europa se desangraba en guerras de religión ajenas. Elisabeth tenía su propio taller y sello, sus empleados e independencia. Afortunadamente, el paso del tiempo no ha fundido su historia en plata...
Tenemos catalogadas un total de quince piezas religiosas y veintinueve seculares. Una de las más conocidas es una caja de tabaco propiedad del Museo Nacional de Mujeres en las Artes de Washington de 1695 con el sello distintivo de esta emprendedora mujer.
Caja de tabaco realizada por Elisabeth Haselwood en 1695. Es propiedad del Museo Nacional de Mujeres en las Artes de Washington |
Monumento de Elisabeth Haselwood |
¿Mujeres trabajando metales preciosos hace trescientos años? ¿Mujeres teniendo negocios y empleados? Elisabeth Haselwood no fue la única. Hester Bateman tenía su propia platería y sello (HB) en el 107 de Bunhill Row en Londres. Junto a sus hijos Jonathan y Peter, y usando la técnica más innovadora que adelgazaba las láminas de plata, se hizo famosa por producir cubiertos de precio muy accesible en estilo neoclásico.
Juego de té de la firma Bateman en el Museo de Arte de Birmingham |
También podemos consultar la obra de Elizabeth Godfrey y Louisa Courtauld, ambas vivieron en la bella transición del Rococó al Neoclásico, y la primera llegó a ser calificada como "la mejor orfebre de su tiempo".
Mujeres, todas ellas, que rompen con la imagen que acostumbran a transmitirnos "eruditos" interesados en silenciar lo femenino.
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