domingo, 22 de marzo de 2020

La Visigoda Benedicta y "La Huida del Siglo"

Hace mucho, mucho tiempo, vivió una señorita que desafió todas las reglas de una sociedad patriarcal y consiguió ser libre. Se llamaba Benedicta y su tragicómica historia se lee entre líneas de pergamino ajeno.

Benedicta era una joven que vivió en Hispania en el siglo VII, en época del rey visigodo Recesvinto.

Pizarra con escritura visigoda
Museo de Ávila
Foto: Isabel del Río ©
Era un contradictorio momento en que se fusionaba la cultura goda con la latina. La primera otorgaba a la mujer un papel más activo que la segunda y Benedicta, aunque pertenecía como indica su nombre a una familia patricia heredera de las tradiciones romanas, saboreó y asumió la novedosa independencia que las godas trajeron a la península tras la caída del Imperio Romano, y de la configuración de ese curioso e inestable Reino Visigodo, todavía lleno de interrogantes.

Benedicta vivía en algún lugar del sur de Hispania porque entabló contacto con San Fructuoso durante los cinco años que el monje pasó en el Valle del Guadalquivir. Ella fue una de sus primeras seguidoras, tal vez la primera, y su historia se cuenta brevemente enlazada con la vida del santo.

Era una mujer culta porque precisamente el cronista (Valerio del Bierzo) de San Fructuoso, al que apodan "de Braga", nos dice que se comunicaban por escrito y hablaban de temas filosóficos mientras ella permanecía en un cenobio improvisado huyendo de su familia y escandalizando a la sociedad de su momento.

¿De qué huía Benedicta? De un matrimonio concertado con un gardingo; es decir, un militar seguramente bastante mayor que ella y sin lugar a dudas, de menor cultura y educación.

La fama de Benedicta se extendió y otras muchas mujeres, "más de ochenta", acudieron a vivir con ella a aquel cenobio que crecía y se organizaba. Y no sólo eran ya jóvenes prometidas o solteras, también mujeres casadas que "buscaban a Dios"; es decir, su propia esencia de personas. Era un escándalo que se llamó la "Huída del Siglo".

"No solo se inflamaron los entusiasmos varoniles, sino también los femeninos", comenta el biógrafo de San Fructuoso.

El gardingo, hombre gris al que el cronista no otorga ni nombre, llevó su despecho a juicio y no supo defenderse ante nuestra inteligente y culta Benedicta. Hombre tosco y escaso de palabras, acostumbrado a vencer y no a convencer, quedó en absoluto ridículo frente a aquella "iluminada".

"Déjala servir a Dios y búscate otra mujer", concluyó el juez palatino.

Recientemente han encontrado un cenobio visigodo con características semejantes al que pudo albergar a Benedicta y sus monjas. El cronista dice que estaba cerca del monasterio de San Fructuoso y éste último estaba a "nueve millas del oceáno". El cenobio se encuentra debajo del Santuario de la Virgen de Regla en Chipiona. Sí, Chipiona es playa y más cosas y Benedicta era monja y más cosas... ¿una rebelde?

Imagen de la cripta que se encuentra debajo de la iglesia del Santuario de Regla - ABC
© Artículo registrado:
La visigoda Benedicta - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

1 comentario:

Encantada de recibir tus comentarios que una vez moderados se publicaran y contestaran. Gracias, Isabel del Río