viernes, 27 de marzo de 2020

La Malinche, ¿traidora o rebelde?

La Malinche, aquella bella náhuatl que sirvió a Hernán Cortés como traductora y que acabaría teniendo un hijo con él, es considerada por algunos como una traidora a sus orígenes y al pueblo mexicano, y por otros como símbolo de la mezcla de culturas que se iniciaba en los albores del Renacimiento, tras el descubrimiento de América. Pero ¿quién era en realidad La Malinche?

Según Bernal Díaz del Castillo, cronista de Hernán Cortés, su padre era cacique de un pueblo llamado Copainalá, cerca de la actual Veracruz y fue llamada Malinalli en honor de la Diosa de la Hierba. Debió tener una infancia feliz hasta que su padre murió y su madre se volvió a casar. Este padrastro vendió a la niña a unos traficantes y ella acabó de esclava de un cacique maya de Tabasco: ¡Una tragedia!

Pero Malinalli demostró interés por sobrevivir desde un principio. Inteligente, aprendió el idioma maya y ya era bilingüe cuando conoció a Hernán Cortés; es decir, su cerebro ya estaba preparado para pensar en varias lenguas y para entender múltiples sonidos orales: los de su materno náhuatl y los del maya.

No sabemos qué pensaba Malinalli el día que se encontró con los conquistadores españoles. ¿Sentía que debía fidelidad a su original pueblo náhuatl y al maltrato que había recibido de su familia? Parece improbable. ¿Admiraba a los mayas que la habían esclavizado? También es dudoso. ¿Qué la parecieron aquellos guerreros españoles que acababan de vencer en la batalla de Centla (14 de marzo de 1519)? Seguramente no la causaron buena impresión. Ella, junto con otras 19 mujeres, fue ofrecida como botín de guerra a Hernán Cortés, quien la ignoró en un primer momento. No sabemos qué pensaba pero sí cómo actúo y enseguida destacó sobre las otras esclavas y se hizo imprescindible entre aquellos hombres de ambición desmedida.

Guadalupe (España). Fuente con la pila que se usó para bautizar a los
primeros nativos de América que vinieron con Colón.
Foto: Isabel del Río ©
Cortés la entregó al capitán Hernández Portocarrero, pero cuando supo que aquella nativa hablaba náhuatl, el idioma de Moctezuma II, emperador de los mexicas, decidió aprovecharse de su talento y comenzó a admirar a aquella extraña mujer que pronto aprendería también castellano. Durante años no se separó de ella y la bautizó como Marina, doña Marina a partir de aquel momento, y le construyó una casa en Coyoacán, muy cerca de la capital azteca. Algunos testigos, como Rodríguez Ocaña, afirmaron que el éxito de los pactos con las poblaciones autóctonas se produjo gracias a la gestión de doña Marina que, además, asesoraba sobre las costumbres vernáculas y los modos sociales.

Cortés y sus capitanes, todo aquel ejército de recién llegados, tenían un único objetivo: oro. Y el tan pregonado oro que iba a crecer en los árboles en aquel nuevo continente no aparecía por ninguna parte, al menos no en las cantidades esperadas. ¿Cómo podía Cortés hacer interrogatorios adecuados sin la ayuda de doña Marina?

El 8 de noviembre de 1519, Hernán Cortés entraba en Technotitlán, la Venecia de América, para entrevistarse con Moctezuma II, doña Marina iba a su lado. El Lienzo de Tlaxcala nos da una idea de cómo debió ser aquel encuentro. En el lienzo, el conquistador se dirige al emperador de los aztecas teniendo muy cerca de su oído a doña Marina, su traductora y consejera. Es una fuente interesante, también otros dibujos de la época en que doña Marina negocia en nombre de España sin Cortés; es decir, llegó a ser una embajadora y ya no sólo una consejera.

Después se casó con Juan Jaramillo y tuvieron una hija, María, pero Cortés siempre la necesitó y la volvería a llevar consigo para calmar una rebelión que se produjo en Honduras en 1524.

Malinalli, doña Marina, la Malinche… tantos nombres como espejos tiene su sombra, la sombra de una superviviente cuya trágica vida no comprendemos. Se salvo gracias a su facilidad para las lenguas pero también a su astucia e inteligencia. Algunos la hacen responsable de la matanza de los Cholultecas; otros de ser una espía de Cortes en Tenochtitlán; pocos se hacen eco de su maltrato, del manoseo al que la sometieron desde ambos continentes, ésos que baña el Océano Atlántico. Dicen que Marina era de todos sus nombres el preferido, y lo cierto es que es la mar que viene y va fue su destino.

Muchos historiadores afirman que murió de viruela hacia 1529 pero recientemente se han encontrado cartas por las que se sabe que aún estaba viva en 1550.
Guadalupe (España). Monumento al descubridor
Foto: Isabel del Río ©

jueves, 26 de marzo de 2020

La bruja Alice Kyteler y el comienzo de la persecución femenina medieval

Alice Kyteler, la primera bruja condenada por herejía en 1324, era una mujer independiente y con negocios. Las acusaciones de su envidioso entorno recorrieron Europa y llegaron a oídos del Papa Juan XXII quien incluyó la brujería en la lista de herejías. Hasta entonces, la brujería era considerado un pecado leve por la Iglesia.


Brujas en Irlanda.
Foto: Isabel del Río ©
Alice, de la casa de Kyteler, era bella y de dulce sonrisa. Había nacido un otoño gótico en Kilkenny, en la misteriosa Irlanda, a orillas del río Nore, en los lejanos tiempos de la Séptima Cruzada.

Era hija única de un matrimonio adinerado, que negociaba con paños y poseía una buena cabaña ovina y su madre, de ascendencia normanda, mantenía la idea de que las mujeres debían poseer una buena educación. Eran ellas quienes regentaban las haciendas en las largas ausencias de sus maridos, ocupados en guerras o en lejanos negocios. Alice, aprendió así idiomas, música y seducción y a los catorce años estaba preparada para enfrentarse al mundo, un mundo que pronto la iba a odiar.

Su primer marido, William Outlaw, la adoraba. Y no sólo estaba enamorado de su dulce sonrisa sino de su buen hacer en los negocios. Alice dirigía una posada y prestaba dinero con acierto, engordando la bolsa familiar. Tuvieron un hijo, también llamado William, era la viva imagen de su orgulloso padre pero escondía el corazón de su madre… Siempre fue el favorito de ella.

Fue un día triste cuando su primer esposo murió inesperadamente. El entierro fue ostentoso, se celebró en la Catedral de Canice y asistió el canciller del rey de Irlanda, hermano del difunto, también enamorado de Alice en secreto. Las gentes de Kilkenny lloraron por el destino de la bella joven, aunque por poco tiempo, porque Alice no tardó en casarse con un colega de profesión, viudo y con hijas. Adam le Blund, su segundo marido y afamado usurero, murió siete años después, también de manera repentina y esta vez, en el entierro hubo más susurros que llantos: ¿por qué le Blund había desheredado a sus hijas? ¿Qué oscuras artes empleaba Alice para conseguir cuanto quería de los hombres? ¿Era tal vez una bruja?

En aquellos tiempos que precedieron a la Peste Negra, la acusación de herejía era frecuente. La iglesia consideraba que era un delito leve y los castigos eran poco severos. Pócimas, conjuros, males de ojo… eran habituales, y resultaba inconcebible quemar en la hoguera a todos los que practicaban ritos paganos.

Alice Kyteler era ajena a los rumores y entre cerveza y cerveza, mientras cantaba en la alegre posada que seguía regentando, el viudo Richard de Valle le propuso matrimonio. Hay que decir que esta vez Alice tardó en decidirse. Su patrimonio era sólido y los hombres la agasajaban y regalaban en las frías noches de Kilkenny. Pero de Valle la prometió tierras y casas, de Valle estaba dispuesto a desposeer a sus tristes hijos. Este tercer matrimonio tampoco duró mucho y Alice volvía a ser libre mientras su tercer esposo moría entre extraños vómitos y síntomas de envenenamiento.

El cuarto marido, Sir John le Poer, también era viudo. Hay que decir que en aquellos remotos tiempos, las mujeres morían jóvenes a consecuencia de los frecuentes embarazos y peligrosos partos. No era el caso de Alice, poseedora de secretos que otras deseaban.

En el otoño de 1324, Sir John le Poer era un hombre envejecido y temeroso. Dormía mal y empezó a tener malas digestiones. Las hierbas que le proporcionaba su astuta mujer no le producían mejoría alguna… comenzó a sospechar. Se acordaba ahora de que ya Alice había sido acusada de la muerte de su primer esposo, aunque el caso fue enseguida sobreseído; escuchaba a sus maledicentes hijos que imaginaban secretas orgías en la posada de Alice; vivía entre sombras y su único deseo era modificar su testamento. No hubo tiempo.

Sir John le Poer murió con grandes dolores de estómago y Alice Kyteler engrosó su patrimonio olvidando el descontento, esta vez manifiesto, de los hijos de le Poer. Mujer fuerte, se sentía segura. Su amado primogénito era el alcalde de Kilkenny; su antiguo cuñado, el canciller, seguía apoyándola; y si bien muchos del pueblo la odiaban, otros la adoraban, especialmente los más humildes, a los que parece que beneficiaba con los ingresos que obtenía de esquilmar a sus iguales.

Pero el obispo de Ossory, Richard de Ledrede, un franciscano inglés, la despreciaba y decidió acusarla de brujería. ¡Pobre Ledrede! Fue él quien acabó en la cárcel, pero el odio estaba desatado y persistió... La Peste Negra se acercaba... Europa debía redimir sus pecados... Dios castigaba a los que no eran piadosos... Los tiempos estaban cambiando y la intolerancia religiosa se cebaría con las mujeres independientes, ésas que, como Alice, se rebelaban contra el orden establecido.

No pudiendo con la señora, Ledrede acusó a su criada. Petronila de Meath fue torturada y confesó brujería, implicando a Dame Alice Kyteler. Era el comienzo de un largo proceso en que el inglés iría acusando a todo el círculo de seguidores de Alice y, bajo tortura, todos confesaron sus supuestos crímenes y sobre todo los de ella, la Gran Bruja, el objetivo de Ledrede.

Ledrede nunca encontró a Alice. Dicen que huyó a Inglaterra, dicen que le acompañaba la hija de Petronila, dicen que se valió de un demonio, llamado Robin Artisson… dijeron demasiadas cosas.

Brujas. Foto: Isabel del Río ©
El caso de Alice Kyteler se hizo famoso y llegó a oídos del Papa Juan XXII, sumido en cismas y conspiraciones. En 1320, añadió la brujería a la lista de herejías, tal vez para desviar la atención de Avignon o tal vez porque, como hemos dicho, los tiempos estaban cambiando y había que dar un primer paso contra las mujeres rebeldes.

También el amado hijo de Alice fue acusado de brujería y se le encarceló. Se retracto y se le perdonó pero se le obligó a techar la catedral con plomo. En 1332, el techo se hundió matando a todos los presentes.


martes, 24 de marzo de 2020

Clara Campoamor, el voto femenino y la moral de la España de 1931


El 1 de octubre de 1931, las Cortes españolas aprobaron el artículo constitucional que consagraba el derecho al voto de la mujer. La heroína del momento fue la abogada Clara Campoamor.

Clara Campoamor, sin lugar a dudas, merece inaugurar la sección de este blog dedicada a la biografía y obra de las mujeres que lucharon por conseguir un mundo más junto e igualitario; es decir, una política diferente a la que impone el patriarcado.

Clara Campoamor

La Constitución española de 1931, aprobada durante el Bienio Reformista de la II República, es una constitución que cumple todos los requisitos para ser calificada de democrática y social:

"Artículo 1. España es una República de Trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo".

Sin embargo, a punto estuvo de no ser “tan democrática” porque faltó muy poco para que no se aprobara el sufragio universal, porque universal significa que no se puede prohibir votar al más de 50 por ciento de la población, que son las mujeres. Y la falacia de “sufragio universal masculino” sólo esconde la realidad de un sufragio censitario por sexos.

Fue en las semanas previas cuando quedó patente la ética de los diputados en Cortes y sus valores. Por ejemplo, el diputado por la Federación Republicana Gallega, Novoa Santos, aún sostenía apoyándose en sus conocimientos médicos que a la mujer no la dominaba “la reflexión y el espíritu crítico sino todo lo relacionado con las emociones y los sentimientos”. Es decir, la ética del menosprecio y la desigualdad imperaba en los discursos de muchos miembros de la Cámara.

Pero no eran los diputados que compartían las opiniones del señor Novoa Santos quienes vivieron aquellos meses de una manera agónica, sino aquellos otros que teniendo unos principios éticos solidarios (en general los diputados de izquierdas, pero también liberales como Lerroux) temían la aprobación del voto femenino por razones prácticas, ya que sospechaban que las mujeres, bajo la influencia de sus confesores, votarían a la derecha y peor aún, apoyarían la vuelta de la Monarquía de Alfonso XIII con lo que la propia existencia de la II República corría peligro. Es decir, mantenían una ética que desligaban de su aplicación práctica, lo que resulta absolutamente inmoral.

Las elecciones a Cortes Constituyentes que se realizaron tras el exilio de Alfonso XIII fueron por sufragio “universal” masculino, pero las mujeres pudieron presentarse como candidatas. Tres resultaron elegidas: Clara Campoamor del Partido Republicano Radical de Lerroux (quien terminó traicionándola); Victoria Kent del Partido Republicano Radical Socialista; y Margarita Nelken del PSOE. Fueron las dos primeras quienes ejemplificaron esta agonía ética y moral demostrando que nunca es ético vivir en desacuerdo con nuestros principios y valores.

Clara Campoamor y Victoria Kent habían luchado juntas por la igualdad de derechos de la mujer. Un logro importante fue la aprobación del artículo 25 en que la primera, con el apoyo de la segunda, consiguió que se reconociera que el sexo no puede ser fundamento jurídico de privilegio alguno. Sin embargo, llegada la hora de la verdad, Victoria Kent se asustó, no confiaba en las mujeres de su momento y creía que el voto femenino debía postergarse hasta que ellas estuvieran preparadas para votar con conocimiento y libertad. Esta moral de lo práctico fue rebatida por Clara Campoamor quien basaba sus discursos en el principio de que todo ser humano es libre y que nadie tiene derecho a privarle de su libertad en razón de ninguna conveniencia coyuntural: “la libertad se aprende ejerciéndola”.

El sufragio universal fue aprobado por 161 votos contra 121. En las siguientes elecciones de octubre de 1934 ganaron las derechas y la izquierda culpó de ello a Clara Campoamor, quien el resto de su vida pagaría por haber mantenido su ética y moral frente a los políticos y políticas “prácticos y prácticas” frente a quienes nunca crean un futuro mejor ni mejoran la historia.

Gracias, Clara.

**Clara Campoamor Rodríguez (Madrid, 12 de febrero de 1888 – Lausana, 30 de abril de 1972).

lunes, 23 de marzo de 2020

Ana Comneno, primera historiadora de Occidente


La princesa bizantina Ana Comneno escribió La Alexiada, libro de Historia fundamental para entender la Europa oriental de finales del siglo XI y principios del XII y fuente imprescindible de la Primera Cruzada.

Basa de Columna en Cisterna Bizantina
(Estambul)
Foto: Isabel del Río ©
Ana Comneno nació 1083 en el palacio imperial bizantino de Constantinopla, en “la cámara de la púrpura”, lugar donde sólo nacían los hijos legítimos de los emperadores y que daba el derecho a ostentar, el resto de sus vidas, el título de “porfirogénito”. Ella era la primogénita de Alejo I e Irene Ducas.

Desde muy joven, Ana demostró su fuerte carácter y rebeldía. Sus padres, que le otorgaban una educación exquisita, le habían prohibido estudiar poesía clásica por su contenido “lujurioso”. Ella desobedeció la prohibición y se encargó de hacerse erudita, también en este campo del saber, a escondidas y con la ayuda de un eunuco de la corte imperial.

Durante un tiempo, creyó estar llamada a ser nombrada Emperatriz de Bizancio y el nacimiento de su hermano menor Juan (futuro Juan II Comneno) la decepcionó profundamente. No se resignó y conspiró el resto de su vida en aquella corte corrupta, llena de traiciones y asesinatos. Su principal aliado era su marido, Nicéforo Brienio, pero demostró mayor debilidad de carácter que Ana y, asustado, la abandonó en 1118. Ana dijo entonces:
"La Naturaleza se ha equivocado en los sexos, ya que él debería haber sido una mujer".
Desterrada, junto con su madre y hermana (parece que el complot era femenino y que las mujeres no estaban conformes con el gobierno de los hombres) al monasterio de Kecharitomenene se dedicó al estudio y llevó una cierta vida social con intelectuales de la época. Así, el obispo de Efeso, Jorge Torniques, consideraba que la princesa Ana había alcanzado "las más altas cimas de sabiduría".

Escribió sobre filosofía y medicina, sobre astronomía y teología, también sobre gramática y literatura, pero su gran obra es histórica, La Alexiada, quince tomos que son hoy la fuente principal para estudiar la política bizantina de finales del siglo XI y principios del siglo XII, época que incluye la Primera Cruzada. En la Alexiada, Ana Comneno describe el miedo de Constantinopla ante la llegada de los ejércitos occidentales, las dudas de su padre Alejo I ante la estrategia de los cruzados y la problemática personalidad de Godofredo de Bouillón. Es el punto de vista bizantino y no ha llegado hasta nosotros ninguna otra fuente griega.

La Alexiada está escrita en griego y sigue el estilo de Tucídides. Es cronológicamente bastante correcta y muy detallista con respecto a la geografía, armamento y grupos étnicos y sociales de la época. Refleja el sentir de una princesa bizantina que se considera heredera legítima del Imperio Romano y que considera “bárbaros” a franceses o italianos, también “barbaras” su cultura y costumbres. Piensa que el Papa de Roma no es más que otro patriarca, siempre por debajo del de Constantinopla y deja constancia de la mentalidad femenina de la época.

Pero ¿cómo eran los hombres de la época? ¿Por qué las princesas bizantinas se rebelaban contra ellos? Veamos algunas pinceladas de las vidas de las tres mujeres desterradas en el monasterio de Kecharitomenene y de la antigua amante de Alejo I.

Irene Ducas, madre de Ana Comneno: provenía de una poderosa familia y la casaron con Alejo I con quince años. Tuvo que soportar que éste se coronara excluyéndola de la ceremonia y que la engañara publicamente con María Bagrationi.

María Bagrationi: hija del rey de Georgia y famosa por su belleza. Tuvo unos años de triunfo en la Corte de Constantinopla. Pero cuando la esposa legítima de su amante, el emperador Alejo I, padre de Ana, dio a luz a un hijo varón, fue recluida en un convento.

Eudoxia Comneno, hermana de Ana: compartió el destierro con su hermana mayor cansada de ser un títere en matrimonios no deseados y alianzas políticas en las que no estaba interesada.

Ana Comneno: inteligente y fuerte, nunca aceptó no poder reinar debido a su condición femenina. Traicionada por su débil marido, no se sabe exactamente cuándo murió pero todavía escribía en 1148. Es decir, vivió cerca de 70 años. La Alexiada comenzó a escribirla con 55.

Isabel del Río en Eyup (Estambul)
Foto: Isabel del Río ©
©Artículo de atribución obligada, registrado en Safe Creative: 

Ana Comneno - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

Mujeres afroamericanas que han hecho historia: Katherine Johnson y sus colegas de la NASA

Cuando el 24 de noviembre de 2015, el Presidente de los Estados Unidos Barck Obama entregaba a Katherine Johnson la Medalla Presidencial de la Libertad, se conseguía eliminar una barrera más en la ardua carrera de las mujeres en busca de la igualdad de derechos.

Insignia Apolo 11
Katherine Johnson (Katherine Coleman Goble Johnson) nacio en un lugar remoto de Virginia Occidental en una humilde familia afroamericana en 1918. Teniendo en cuenta que era la época de la segregación, casi nadie hubiera pensado que llegaría a estudiar y, mucho menos, a ser una matemática de investigación. Sin embargo, sus padres (un agricultor y una maestra) formaban parte de ese "casi nadie" que son un inmensa minoría que hace avanzar el mundo.

Los Coleman llegaron a trasladarse de ciudad para que Katherine y sus hermanos pudieran seguir estudios superiores y a los 15 años, nuestra protagonista ingresó en la Universidad Estatal de Virginia Occidental, una universidad históricamente negra, graduándose cum laude en 1937.

¡Tenía ansia de saber! ¡Tenía valor! Un año después, ella y otros dos compañeros rompían con la segregación en Morgantown y realizaba estudios de posgrado. ¡Era mujer! Y decidió retirarse un año ya que acababa de ser madre. Afortunadamente, la NACA (luego convertida en NASA) la rescató del olvido porque buscaban mujeres afroamericanas para trabajar con la matemática Dorothy Vaughan. ¿Por qué pedían mujeres afroamericanas? Porque estaban lo suficientemente bien preparadas para el trabajo pero no solían exigir firmarlos. Sin embargo y como ella misma cuenta:

"Yo terminé el trabajo y lo firmé. Fue la primera vez que una mujer de nuestra división puso su firma en algo"
No había duda, todos confiaban en los cálculos de Katherine: en 1961, fue ella quien calculó la trayectoria de vuelo espacial de Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio y en 1962, John Glen exigió que "la lista" verificara los datos para su vuelta alrededor de la órbita a la Tierra.

Más tarde trabajo con computadores digitales, eran los inicios y ella supervisaba los cálculos: su precisión era incuestionable. Los viajes del Apolo 11; la arriesgada vuelta del Apolo 13; planes para explorar Marte... ¡Ya había entrado en la leyenda!



En el 2016, basándose en el libro de no ficción "Hidden Figures" de Margot Lee Shetterly, Theodore Melfi rodó la película del mismo nombre que tanto éxito ha cosechado. "Figuras Ocultas" tiene evidentemente un doble significado: el de la dificultad numérica de unos cálculos siempre arriesgados por su magnitud, y el de aquellas mujeres escondidas que eran capaces de resolverlos.



La película está protagonizada por Taraji P. Henson como Katherine Johnson; Octavia Spencer como Dorothy Vaughan (la primera directora de Katherine Johnson); y Janelle Monáe como la ingeniera Mary Jackson, que tanto luchó por la igualdad de las mujeres en la NASA.

© Artículo de atribución obligatoria. Registrado en Safe Creative.

Mujeres que han contribuido al desarrollo de la cultura y la ciencia - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

domingo, 22 de marzo de 2020

La Visigoda Benedicta y "La Huida del Siglo"

Hace mucho, mucho tiempo, vivió una señorita que desafió todas las reglas de una sociedad patriarcal y consiguió ser libre. Se llamaba Benedicta y su tragicómica historia se lee entre líneas de pergamino ajeno.

Benedicta era una joven que vivió en Hispania en el siglo VII, en época del rey visigodo Recesvinto.

Pizarra con escritura visigoda
Museo de Ávila
Foto: Isabel del Río ©
Era un contradictorio momento en que se fusionaba la cultura goda con la latina. La primera otorgaba a la mujer un papel más activo que la segunda y Benedicta, aunque pertenecía como indica su nombre a una familia patricia heredera de las tradiciones romanas, saboreó y asumió la novedosa independencia que las godas trajeron a la península tras la caída del Imperio Romano, y de la configuración de ese curioso e inestable Reino Visigodo, todavía lleno de interrogantes.

Benedicta vivía en algún lugar del sur de Hispania porque entabló contacto con San Fructuoso durante los cinco años que el monje pasó en el Valle del Guadalquivir. Ella fue una de sus primeras seguidoras, tal vez la primera, y su historia se cuenta brevemente enlazada con la vida del santo.

Era una mujer culta porque precisamente el cronista (Valerio del Bierzo) de San Fructuoso, al que apodan "de Braga", nos dice que se comunicaban por escrito y hablaban de temas filosóficos mientras ella permanecía en un cenobio improvisado huyendo de su familia y escandalizando a la sociedad de su momento.

¿De qué huía Benedicta? De un matrimonio concertado con un gardingo; es decir, un militar seguramente bastante mayor que ella y sin lugar a dudas, de menor cultura y educación.

La fama de Benedicta se extendió y otras muchas mujeres, "más de ochenta", acudieron a vivir con ella a aquel cenobio que crecía y se organizaba. Y no sólo eran ya jóvenes prometidas o solteras, también mujeres casadas que "buscaban a Dios"; es decir, su propia esencia de personas. Era un escándalo que se llamó la "Huída del Siglo".

"No solo se inflamaron los entusiasmos varoniles, sino también los femeninos", comenta el biógrafo de San Fructuoso.

El gardingo, hombre gris al que el cronista no otorga ni nombre, llevó su despecho a juicio y no supo defenderse ante nuestra inteligente y culta Benedicta. Hombre tosco y escaso de palabras, acostumbrado a vencer y no a convencer, quedó en absoluto ridículo frente a aquella "iluminada".

"Déjala servir a Dios y búscate otra mujer", concluyó el juez palatino.

Recientemente han encontrado un cenobio visigodo con características semejantes al que pudo albergar a Benedicta y sus monjas. El cronista dice que estaba cerca del monasterio de San Fructuoso y éste último estaba a "nueve millas del oceáno". El cenobio se encuentra debajo del Santuario de la Virgen de Regla en Chipiona. Sí, Chipiona es playa y más cosas y Benedicta era monja y más cosas... ¿una rebelde?

Imagen de la cripta que se encuentra debajo de la iglesia del Santuario de Regla - ABC
© Artículo registrado:
La visigoda Benedicta - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

Isabel del Río Esteban explica el Papel Activo y Desconocido de las Mujeres en la Historia del Arte

La profesora Isabel del Río Esteban publicó el libro "Las Chicas del Óleo" (editorial Akrón) en el 2010. Desde aquel entonces, multitud de medios (radio, periódicos, blogs...) se han hecho eco de una innegable verdad: las mujeres han sido silenciadas intencionadamente desde el siglo XIX, relegándolas a un papel familiar y productivamente nulo, lo que significa que nunca desarrollaron su creatividad y que ni siquiera tuvieron interés por rebelarse ante una situación en que eran catalogadas de máquina reproductiva sin voluntad, siempre obedeciendo la iniciativa de "sus" hombres; es decir, "sus" dueños.

En el ensayo "Las Chicas del Óleo", recopilación del estudio que Isabel del Río Esteban había comenzado en 1998 cuando pocos y pocas se habían planteado cómo el cincuenta por ciento de la humanidad podía estar tan alienado, ya se recogen más de medio centenar de mujeres artistas que gozaron de fama y prestigio durante el Renacimiento, el Barroco y el Rococó, y que a partir del siglo XIX, coincidiendo con el reforzamiento del capitalismo y de la división social, fueron intencionadamente borradas de nuestras memorias.

Desde entonces, oficialmente poco se ha hecho y los libros de historia y de historia del arte de nuestra enseñanza secundaria y bachillerato siguen ajenos a una verdad ya incuestionable: las mujeres participaron en la evolución artística (arquitectura, escultura, pintura... por no hablar de la artesanía) de una manera activa y con realizaciones admirables y originales. Así, aún hoy, en el 2021, todavía hay quienes no dudan en disculpar al género femenino, de manera condescendiente (pero que falta a la verdad), con falacias tipo: "no hicieron nada artístico porque estaban ocupadas en sus hogares"; "no participaron en la actividad económica y social porque se resignaron al papel que se les había impuesto"; "siempre han estado sometidas al patriarcado, eso es indudable, y ni pudieron ni quisieron rebelarse". Quienes repiten estas falsedades no son sólo gentes de escasos estudios, asombrosamente se pueden oír en boca de licenciados y leer en libros que publican editoriales de prestigio.

Isabel del Río Esteban basó su estudio en el campo artístico, pero lo mismo puede aplicarse a otros campos del saber. Por eso ahora, se propone recopilar de manera enciclopédica mujeres activas e independientes que han contribuido al desarrollo de lo que entendemos por Humanidad y que incluye, además de la reproducción y crianza de los hijos e hijas y del cuidado de enfermos y ancianos (tareas importantísimas, desde luego) la configuración de éticas aptas para la felicidad; la expresión y comunicación de sentimientos, que son esencia para crear mundos sostenibles; la lucha contra la opresión y el alineamiento social; la búsqueda de nuestros orígenes y la lucha por proyectos que hagan de este mundo un lugar armonioso y sostenible.

Hoy, sigue siendo necesario recuperar a esas "Chicas del Óleo" anteriores a 1789 y brindar por aquellas abuelas que en circunstancias más o menos difíciles nos enseñaron el camino de lo que es ser mujer y no objeto privado en un mundo patriarcal que tampoco debería satisfacer a los hombres.

Sigue leyendo en "Enciclopedia de Mujeres de Isabel del Río":

Enciclopedia de Mujeres de Isabel del Río

Isabel del Río también quiere agradecer el video que dedican a su libro y trabajo la revista "Historias de la Historia":


Artículo "La mujer artista en la historia: papel activo y desconocido" de Isabel del Río Esteban publicado en la revista Historias de la Historia el 14 de mayo de 2010:

.......

Leer el artículo completo en el siguiente enclace:

Las Chicas del Óleo, de Isabel del Río Esteban (editorial Akrón)

Las Chicas del Óleo, de Isabel del Río


viernes, 20 de marzo de 2020

El Norte de Castilla entrevista a Isabel del Río. Sobre Sofonisba Anguissola, pintora del Renacimiento

"La Retratista del Hombre más poderoso del Mundo". El periodista Vidal Arranz entrevistaba a Isabel del Río, autora de "Las Chicas del Óleo" (editorial Akrón) en el Norte de Castilla, con fecha 2 de marzo de 2019.

Sofonisba Anguissola, Autorretrato1556, Museo Lancut, Polonia

En el 2008, Isabel del Río publicó "Las Chicas del Óleo" un ensayo sobre mujeres artistas anteriores a la Revolución Francesa. Quedaba claro que la situación de la mujer artista empeoró a partir del siglo XIX, porque muchas pintoras y escultoras que gozaron de fama y prestigio en los siglos XVI y XVII fueron intencionadamente olvidadas después de 1789. No es casual que en estas fechas se desarrolle la Revolución Industrial y se implante una sociedad de clases que relegó a la mujer a propiedad privada del marido dentro de la familia burguesa que se iba imponiendo.

Particular interés en el ensayo tiene la figura de la italiana Sofonisba Anguissola, pintora manierista muy apreciada en la Corte de Felipe II de España, donde retrató a toda la familia real, y elogiada por pintores posteriores como Van Dyck o Rubens.

Sus elegantes retratos, de fondos oscuros y figuras congeladas en el tiempo, son un claro antecedente de los de Velázquez, quien conocía sus obras ya que formaban parte de la colección real. Sin embargo y coincidiendo con el incendio del Alcázar de Madrid, donde se guardaban sus trabajos, y la apertura del actual Museo del Prado, las firmas de los óleos de Anguissola fueron ocultadas bajo capas de pintura y la celebre italiana cayó en el olvido. Durante 170 años, sus trabajos fueron atribuidos a Sánchez Coello y su escuela. Hubo que esperar a 1996, cuando el director de restauración del Museo del Prado, Matías Díaz Padrón, al limpiar los cuadros de Felipe II y su esposa Ana de Austria encontrase oculta, bajo una capa de pintura, la firma de la verdadera autora.
Retrato de Felipe II por Sofonisba Anguissola en el Museo del Prado
Sofonisba Anguissola había nacido en Cremona en el seno de una familia noble y recibió, como al resto de sus hermanas, una formación humanística y artística. Alumna de Miguel Ángel, cuyos ejercicios y dibujos copió, nada en su vida o en su formación la colocó en una posición especialmente relegada. El menosprecio de su figura y obra no se produjo en vida, sino más de un siglo después de muerta. ¿Por qué? La respuesta es simple... Se llama patriarcado. Y su caso no es el único. Por ejemplo, muchas de las obras de la pintora barroca Judith Leyster sufrieron un destino semejante y fueron atribuidas a Frans Hals.

¡Demasiadas mujeres silenciadas! En "Las Chicas del Óleo" se cita la obra de una treintena de mujeres artistas relevantes del Renacimiento y Barroco: Catarina Van Hemessen, Artemisa Gentileschi, Clara Peeters, Judith Leyster, Elisabetta Sirani, Marietta Robusti 'La Tintoretta', Lavinia Fontana, Elisabeth Vigée-Lebrun o Anna Therbush, entre otras.

Para leer la entrevista del Norte de Castilla pincha el siguiente link:

https://www.elnortedecastilla.es/culturas/retratista-hombre-poderoso-20190302094222-nt.html


Portada de Las Chicas del Óleo por Isabel del Río



Poemas de Mihri Hatun, la "Safo de Turquía"

Encontramos arte allí donde buscamos y allí donde lo encontramos, nos conmueve. El arte es universal. No tiene edad ni color. Tampoco sexo ni género.

Arcos hispano-árabes. Foto: Isabel del Río ©
Allá en la exótica Anatolia, en los tiempos del príncipe Ahmed, hijo del otomano sultán Bayezid II (1447 - 1512) vivió una mujer de gran talento y educación: Mihri Hatun, la "Safo de Turquía".

En Europa y en España, poco estudiamos sobre la cultura otomana y menos si lleva nombre de mujer. Sin embargo, Mihri Hatun (1460 -1506) es seguro que estaba familiarizada con los aconteceres del reinado de los Reyes Católicos. Poetisa del círculo literario del príncipe Ahmed, vivió en primera línea la buena acogida que el Imperio Otomano hizo de los judíos sefardíes expulsados de la Península en 1492.

Los Otomanos no sólo enviaron su armada, al frente de Kemal Reis, para evacuar de forma segura a judíos y musulmanes sino que concedieron a los refugiados permiso para establecerse y moverse libremente por un imperio que, en aquel entonces, también abarcaba gran parte de la Europa oriental.

En Constantinopla, los judíos sefardíes españoles establecieron la primera imprenta en 1493 y poetas como Menahem Tamar o Solomon ben Elijah Sharbit ha-Zahab contribuyeron al florecimiento cultural del periodo. Si aún hoy en día se pueden encontrar personas que hablan ladino en Turquía y Bulgaria, en la poderosa Anatolia de Mihri Hatun nadie podía ser indiferente a las nuevas ideas, métodos de cultivo y de producción artesanal que llegaban desde España. Para hacernos una idea de lo que debió suponer para los contemporáneos aquel encuentro de culturas, no hay más que recordar las famosas frases del sultán Bayezid II sobre Fernando el Católico: "¿Os atrevéis a llamar a Fernando un gobernante sabio? ¡él que ha empobrecido su propio país y ha enriquecido el mío!"

En este ambiente, desarrolló su arte Mihri Hatun. Se sabe que era la hija de un kadi (juez) y que había recibido una solida educación, especialmente de la literatura persa, pero también de la música turca pues sus poemas guardan relación con una forma de música turca, denominada Gazel, en que se improvisa. También se sabe a través de sus poemas que consideraba su condición femenina un obstáculo pero que se rebelaba y clamaba un puesto entre los escritores. Nunca se caso para mantener su independencia y es ella (y no un hombre) la protagonista de sus escritos.

No tengo constancia de que se haya estudiado la influencia que la llegada de los sefardíes tuvo en su obra, pero sería un estudio que la Casa de Cervantes, establecida en Estambul, debería dirigir.

Poema de Mihri Hatun.

De una mirada te amé
con un millar de corazones.
Que los fanáticos crean
que el amor es pecaminoso.
No importa,
déjame arder en el fuego
infernal de ese pecado.

Bellas palabras que denotan tolerancia y rebeldía. Una mujer lejos de la sumisión medieval. Una escritora muy interesante.
Disfruta de Flamenco turco (subtitulado en castellano). España y Turquía son culturas más cercanas de lo que a veces podemos imaginar. ¡El arte es universal!

© Artículo registrado
Vida y obra de la poetisa turca Mihri Hatun - CC by-nc-sa 4.0 - María Isabel del Río Esteban

jueves, 19 de marzo de 2020

Almiranta Isabel Barreto, "la Reina de los Mares del Sur"

Aisladas, lejanas y bellas, en algún lugar azul entre Hawai y la Isla de Pascua, se localizan las Islas Marquesas, lugar donde nacen las leyendas.

Las Islas Marquesas han sido fuente de inspiración de escritores y artistas. Robert Louis Stevenson exploró entusiasmado la isla de Nuku Hiva; los restos de Paul Gauguin y de Jacques Brel descansan en Atuona, la capital de Hiva Oa, la segunda isla más grande del archipiélago; y la primera novela de Herman Melville, Taipi, se basa en su soñado cautiverio en el "Valle Caníbal".

Precisamente, Herman Melville llegó a las marquesas en 1842, año en que Francia tomaba posesión del archipiélago. Hoy las Islas Marquesas forman parte de la Polinesia Francesa. Las seis islas habitadas son Nuku Hiva, Ua Pou, Ua Huka, Hiva Oa, Fatu Hiva y Tahuata, y su población ronda 9.000 habitantes cuyos ingresos provienen fundamentalmente del turismo. Su tranquila existencia combina cristianismo y elementos culturales de sus antiguas tradiciones polinesias.

¿Pero cómo eran las Islas Marquesas en 1595, cuando Isabel Barreto puso su pie en ellas? Los hombres se tatuaban cara y cuerpo. Eran guerreros azules que inspiraban terror, máxime cuando devoraban a los vencidos para apoderarse de su mana o fuerza, construían enigmáticas estatuas de piedra en los valles y se alejaban de una costa repleta de tiburones. Islas volcánicas, relieve escarpado, poca fauna autóctona... pero extraños murciélagos volaban en las noches de hoguera. ¿Miedo? Es improbable pensar que la española Isabel Barreto de Castro no supiera dominar los suyos.

Retrato de Isabel Barreto
Isabel casó muy joven con Álvaro de Mendaña. Fueron sus padres quienes eligieron a su esposo pero ella se adaptó pronto a la aventurera vida de éste y a sus ambiciones. Le acompañó en su primer viaje a las Islas Salomón y su influencia y personal dinero serían determinantes para el segundo viaje en 1595. Habían pasado veinticinco años desde la primera expedición y pocos creían ya en el decrépito Mendaña. Fue Isabel quien convenció al nuevo virrey, García Hurtado de Mendoza, IV Marqués de Cañete, para que patrocinara la expedición y la dote que había recibido de sus padres sirvió para comprar la nave Santa Ysabel, así como armamento y víveres.

Altanera e inteligente, sonrió cuando descubrieron las Islas Marquesas y apreció su exótico paisaje durante los diez días que las exploraron. Fuerte e impasible, su rostro de mármol no reflejó ninguna emoción cuando partieron precipitadamente de las Marquesas ante la creciente agresividad de los nativos. Valiente y marinera, no se quejó cuando el volcán de la isla de Tinakula destrozó la nave Santa Ysabel. Ambiciosa y vitalista no tuvo tiempo de llorar a su marido cuando falleció de malaria poco tiempo después en la bahía Graciosa de la isla de Santa Cruz...

Fue su momento, Isabel Barreto acababa de entrar en la historia al ser la primera mujer nombrada Almirante ("Almiranta" y "Adelantada del mar Océano") de la flota de Felipe II de España y gobernadora de las nuevas tierras descubiertas.

Las Islas Salomón debían su nombre a que creían que allí había minas de oro como las del rey Salomón pero Isabel no tuvo tiempo de comprobarlo. Tuvieron que partir apresuradamente cuando los unos soldados españoles mataron al caudillo indígena Malope.



Isabel puso rumbo a Filipinas pero la travesía fue complicada. El capitán, Fernández de Quirós, se enfrentaba a ella, ¿tal vez por ser mujer? Y la tripulación era insurrecta. Según las crónicas, la almirante condenó a la horca a varios marineros que habían contravenido sus órdenes. A partir de ahí se extendió la fama de su crueldad... ¿pero no hacían esto mismo los almirantes varones? ¿Esperaban que la almiranta reposara en su camarote haciendo filtiré mientras los hombres se emborrachaban y desobedecían? ¿Por qué los cronistas juzgan de manera diferente a las mujeres?



Llegaron al Puerto de Manila el 11 de febrero de 1596. Su nave era la San Gerónimo, un galeón de 200 a 300 toneladas.

El viaje de Mendaña e Isabel Barreto
Isabel se volvería a casar, tendría nuevas aventuras y pleitos con hombres poderosos que nunca la hicieron desfallecer. Murió el 3 de septiembre de 1622 en Castrovirreyna (Perú) y su cuerpo fue depositado en la iglesia mayor.

R.I.P.



miércoles, 18 de marzo de 2020

La pintora renacentista Plautilla Nelli

Plautilla Nelli era una monja dominica de Florencia de la que todavía sabemos poco. Sí sabemos que pintaba con maestría y que pertenecía a una familia lo suficientemente importante como para tener una calle de la ciudad a su nombre.

La Última Cena de Plautilla Nelli

El historiador y arquitecto renacentista, Giorgio Vasari (1511-1574), la menciona en la segunda edición de su libro “Vida de los mejores arquitectos, escultores y pintores” que tanta información sobre el mundo artístico antiguo nos ha transmitido, especialmente sobre el actualmente olvidado de las mujeres y que él apreciaba, como muchos de sus contemporáneos, y que en ocasiones es casi la única guía que tenemos para acercarnos a un tema todavía tan ¿silenciado?

Gracias a él sabemos que Plautilla Nelli vivió en el monasterio de Santa Caterina on Via Larga y que sus obras estaban influidas por el estilo de Fray Bartolomeo (también conocido como Baccio della Porta). Junto a su hermana Petronilla, también dominica y que escribió una biografía de Savonarola, iluminó libros de coro. Plautilla pintaba la letra capital, rodeada generalmente por la figura de una religiosa. Son delicadas composiciones que se conservan en la Biblioteca Marucelliana del Museo de San Marcos. Muy apreciada por sus contemporáneos, tuvo importantes encargos, y el citado Vasari dice que en las casas influyentes de todo Florencia había cuadros de esta artista, tantos que sería tedioso enumerarlos.

Hoy sólo cuatro trabajos suyos han sido autentificados: la Lamentación del refectorio de San Marcos es quizá el más conocido y emocionante por la trágica expresividad de los personajes, con ojos enrojecidos y patéticas lágrimas; la Última Cena que adornó el refectorio de su convento y que hoy se encuentra en la iglesia de Santa María la Novella es más sereno pero también presenta un gran alarde compositivo; Pentecostés de la iglesia de San Domenico en Perugia es una obra grandiosa; y La Virgen con Santa Catalina, el Niño y Ángeles ha sido la última en autentificarse, en 1985.

Lamentación de Plautilla Nelli



La pintora rococó Anne Vallayer-Coster

Anne Vallayer-Coster es una pintora de gran técnica que cambia el concepto de "naturaleza muerta" por una semántica de "vida".

Bodegones exquisitos que han superado el Barroco. Ya las naturalezas muertas no son recuerdo de nuestra temporal existencia, la que pudre la fruta, la que nos recuerda que todo es perecedero. Con Anne Vallayer-Coster la vida es el centro del tema, la vida en todo su esplendor, en su maravilloso presente.

Dicen los "sesudos" libros que el Rococó es un estilo que nace en Francia y se desarrolla durante los reinados de Luis XV y Luis XVI, que se caracteriza por la elegancia, el refinamiento y el empleo de colores vivos que contrastan con la oscuridad del Barroco, que usa nuevos temas (costumbristas, pastorales, alegóricos) más amables que se enfrentan a los trágicos gustos del periodo anterior. Lo que no suelen decir estos libros es que la reina rococó por excelencia es María Antonieta y que grandes artistas femeninas llevaron este estilo a sus más altas cimas. Una de ellas fue Anne Vallayer-Coster (París, 21 de diciembre de 1744 - París, 28 de febrero de 1818).

Se la compara con Chardin; sin embargo, la técnica de Anne es mejor: su pintura es menos pastosa y sus finas capas, una tras otra, la acercan más a David. Además su temática es menos burguesa; es decir, menos austera, y sus flores y vajillas de plata; sus exquisitas viandas y finos instrumentos musicales... Todo en ella conforma un canto a la vida, una alegría que es la esencia del Rococó. ¿El Rococó es femenino?

Atributos de la Pintura, Escultura y Arquitectura (1770) por Anne Vallayer-Coster en el Museo del Louvre


Otras grandes pintoras rococós fueron Adëlaïde Laville-Guiard y Elisabeth Vigée-Lebrun.

No te pierdas este video que he realizado sobre la obra de esta exquisita pintora:


Mujeres Plateras de los siglos 17 y 18

Erase una vez que se era, allá en los rosados tiempos de las princesas que esperaban ser salvadas por príncipes azules con espadas ensangrentadas, otro mundo menos lejano donde inteligentes señoras despertaban en amaneceres llenos de verdaderos proyectos.

Elisabeth Haselwood tenía su platería en Norwich, a orillas del río Wensun, y trabajaba con esmero en los húmedos días de finales del siglo XVII. Filigrana tras filigrana, líneas perfectas, objetos preciosos... Creó su propio mundo de color luna mientras Europa se desangraba en guerras de religión ajenas. Elisabeth tenía su propio taller y sello, sus empleados e independencia. Afortunadamente, el paso del tiempo no ha fundido su historia en plata...
Tenemos catalogadas un total de quince piezas religiosas y veintinueve seculares. Una de las más conocidas es una caja de tabaco propiedad del Museo Nacional de Mujeres en las Artes de Washington de 1695 con el sello distintivo de esta emprendedora mujer.

Caja de tabaco realizada por Elisabeth Haselwood en 1695. Es propiedad del Museo Nacional de Mujeres en las Artes de Washington

Monumento de Elisabeth Haselwood

¿Mujeres trabajando metales preciosos hace trescientos años? ¿Mujeres teniendo negocios y empleados? Elisabeth Haselwood no fue la única. Hester Bateman tenía su propia platería y sello (HB) en el 107 de Bunhill Row en Londres. Junto a sus hijos Jonathan y Peter, y usando la técnica más innovadora que adelgazaba las láminas de plata, se hizo famosa por producir cubiertos de precio muy accesible en estilo neoclásico.
Juego de té de la firma Bateman en el Museo de Arte de Birmingham
También podemos consultar la obra de Elizabeth Godfrey y Louisa Courtauld, ambas vivieron en la bella transición del Rococó al Neoclásico, y la primera llegó a ser calificada como "la mejor orfebre de su tiempo".

Mujeres, todas ellas, que rompen con la imagen que acostumbran a transmitirnos "eruditos" interesados en silenciar lo femenino.